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FilosofĂ­a de Primero

Edad Moderna

ROUSSEAU Y KANT

ROUSSEAU:

 

"Si se investiga en qué consiste el bien más grande de todos, el que debe ser la meta de todo sistema legislativo, veremos que consiste en dos cosas principales: la libertad y la igualdad. La libertad, porque si permitimos que alguien no sea libre estamos quitando fuerza al Estado; la igualdad, porque la libertad no puede subsistir sin ella. Ya he dicho lo que es la libertad civil. En cuanto a la igualdad, no hay que entender por ella que todos tengan el mismo grado de poder y de riqueza; antes bien, en cuanto al poder, que nunca se ejerza con violencia, sino en virtud del rango y las leyes, y, en cuanto a la riqueza, que ningún ciudadano sea tan rico como para poder comprar a otro, ni ninguno sea tan pobre como para ser obligado a venderse (J. J. ROUSSEAU,

El contrato social, libro II, cap. 11 [traducción propia]) 

 

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KANT TEXTO 1:

 

"Si se echa una ligera ojeada a esta obra [la

Crítica de la razón pura] se puede quizá entender que su utilidad es sólo negativa: nos advierte que jamás nos aventuremos a traspasar los límites de la experiencia con la razón especulativa. Y, efectivamente, ésta es su primera utilidad. Pero tal utilidad se hace inmediatamente positiva cuando se reconoce que los principios con los que la razón especulativa sobrepasa sus límites no constituyen, de hecho, unaampliación, sino que, examinados de cerca, tienen como resultado indefectible una reducción de nuestro uso de la razón, ya que tales principios amenazan realmente con extender de forma indiscriminada los límites de la sensibilidad, a la que de hecho pertenecen, e incluso con suprimir el uso puro (práctico) de la razón *…+ Ello se ve claro cuando se reconoce que la razón pura tiene un uso práctico (el moral) absolutamente necesario, uso en el que ella se ve inevitablemente obligada a ir más allá de los límites de la sensibilidad" (I. KANT, Crítica de la razón pura. Trad. de P. Ribas, Madrid, Alfaguara, 1978, p. 24).

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KANT TEXTO 2:

"Ahora yo digo: el hombre, y en general todo ser racional,

existe como fin en sí mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad; debe en todas sus acciones, no sólo las dirigidas a sí mismo, sino las dirigidas a los demás seres racionales, ser considerado siempre al mismo tiempo como fin. Todos los objetos de las inclinaciones tienen sólo un valor condicionado, pues si no hubiera inclinaciones y necesidades fundadas sobre las inclinaciones, su objeto carecería de valor. Pero las inclinaciones mismas, como fuentes de las necesidades, están tan lejos de tener un valor absoluto para desearlas, que más bien debe ser el deseo general de todo ser racional el librarse enteramente de ellas. Así pues, el valor de todos los objetos que podemos obtener por medio de nuestras acciones es siempre condicionado. Los seres cuya existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en la naturaleza, tienen, empero, si son seres irracionales, un valor meramente relativo, como medios, y por eso se llaman cosas; en cambio los seres racionales llámanse personas porque su naturaleza los distingue ya como fines en sí mismos, esto es, como algo que no puede ser usado meramente como medio, y, por tanto, limita en ese sentido todo capricho (y es un objeto de respeto)" (I. KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Trad. de M. García Morente, Madrid, Espasa Calpe, 1983, pp. 82 y 83)

Texto de David Hume.

"Cuando un hombre denomina a otro su

enemigo, su rival, su antagonista, su adversario, se

entiende que habla el lenguaje del egoísmo y que expresa sentimientos que le son peculiares y que

surgen de su propia situación y de circunstancias particulares. Pero cuando otorga a cualquier hombre

los epítetos de

vicioso, odioso o depravado, habla entonces otro lenguaje, y expresa sentimientos con

los que espera que todo su auditorio estará de acuerdo. Por lo tanto, aquí debe apartarse de su

situación privada y particular, y debe escoger un punto de vista que sea común a él y a los demás.

Debe mover algún principio universal de la constitución humana y pulsar una cuerda en la que toda la 

humanidad esté de acuerdo y en armonía. Si, por tanto, quiere decir que este hombre posee

cualidades cuya tendencia es perniciosa para la sociedad, ha escogido este punto de vista común, y

ha tocado el principio de humanidad en el que todos los hombres concurren en cierto grado. "

(D. HUME,

Investigación sobre los principios de la moral, Sección IX, 1. Trad. de Gerardo López Sastre.

Madrid, Austral, 199, pp. 144-145).

LA TOLERANCIA: Spinoza y Locke

9. (SPINOZA)

Para que las supremas autoridades del Estado conserven mejor el poder y no haya sediciones, es

necesario conceder a los hombres la libertad de pensamiento y gobernarlos de tal forma que, aunque

piensen de distinta manera y tengan ideas manifiestamente contrarias, vivan en concordia. Es

indudable que esta forma de gobernar es la mejor y la que tiene menos inconvenientes, pues

concuerda mejor con la naturaleza de los hombres. En efecto, en el estado democrático (que es el que

más se acerca a lo natural) todos acuerdan actuar según leyes comunes, pero no pensar igual; es

decir, como todos los hombres no pueden pensar y razonar igual, han pactado que lo que recibiera

más votos tuviera fuerza de ley y que podrían cambiar esa ley si encontraban algo mejor. Así pues,

cuanta menos libertad para expresar su opinión se concede a los hombres, más lejos se está de lo

más natural y, por tanto, con más violencia se gobierna (B. SPINOZA,

Tratado Teológico-Político, cap.

XX [traducción propia]).

10. (LOCKE)

No es la diversidad de opiniones (lo que no puede evitarse), sino la negativa a tolerar a aquellos

que son de opinión diferente (que podría ser permitida) lo que ha producido todos los conflictos y

guerras que ha habido en el Cristianismo a causa de la religión. La cabeza y los jefes de la Iglesia,

movidos por la avaricia y el deseo insaciable de dominar a todos, utilizando la ambición sin límites de

las autoridades políticas y la crédula superstición de multitudes atolondradas, han levantado, en

contra de lo que dice el Evangelio y la caridad, a las autoridades y a las masas en contra de los que

tienen ideas diferentes en religión, predicando que los cismáticos y los herejes debe ser expoliados de

sus posesiones y destruidos. Y así han mezclado y confundido dos cosas que son en sí mismas

completamente diferentes, la Iglesia y el Estado (J. LOCKE,

Carta sobre la tolerancia [trad. propia]).

LOS RACIONALISTAS: Descartes

 

Así, a causa de que nuestros sentidos nos engañan algunas veces, quise suponer que no había

ninguna cosa que fuera como las imágenes que ellos nos transmiten de esa cosa. Y como hay

hombres que se equivocan al razonar, incluso en cuanto a las cuestiones más simples de la geometría

y cometen en ellas razonamientos falsos, juzgando que yo estaba expuesto a equivocarme como

cualquier otro, rechacé como falsas todas las razones que había tomado antes por demostradas. En

fin, considerando que todos los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos nos pueden

venir también cuando dormimos, sin que haya ninguno que, por tanto, sea verdadero, resolví fingir

que todas las percepciones que hasta entonces habían entrado en mi mente no eran más verdaderas

que las ilusiones de mis sueños. Pero enseguida me di cuenta de que, mientras quería pensar así que

todo era falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese algo. Y notando que esta verdad

pienso

luego existo

era tan firme y tan segura que hasta las más extravagantes suposiciones de los escépticos

no eran capaces de hacer tambalear, juzgué que la podía recibir sin escrúpulo como el primer

principio de la filosofía que buscaba (R. DESCARTES,

Discurso del método, IV [traducción propia]).

Maquiavelo

Pero, siendo mi propósito escribir algo útil para quien lo lea, me ha parecido más conveniente ir

han imaginado repúblicas y principados que nadie ha visto jamás ni se ha sabido que existieran

realmente; porque hay tanta distancia de cómo se vive a cómo se debería vivir, que quien deja a un

lado lo que se hace por lo que se debería hacer, aprende antes su ruina que su preservación: porque

un hombre que quiera hacer en todos los puntos profesión de bueno, labrará necesariamente su

ruina entre tantos que no lo son. Por todo ello es necesario a un príncipe, si se quiere mantener, que

aprenda a poder ser no bueno y a usar o no usar de esta capacidad en función de la necesidad

(MAQUIAVELO,

El príncipe

. Trad. M. A. Granada, Madrid, Alianza, p. 83).

Texto de Galileo

Persistiendo, pues, en su primera decisión de desprestigiarme a mí y a mis cosas por todos los

medios posibles, sabiendo cómo yo en mis trabajos de astronomía y de filosofía sostengo, sobre la

constitución de las partes del mundo, que el Sol, sin cambiar de lugar, permanece ubicado en el

centro de las revoluciones de las esferas celestes, y que la Tierra que se mueve sobre sí misma, gira en

torno a él; y además oyendo que voy confirmando tal posición, no sólo refutando los argumentos de

Ptolomeo y de Aristóteles, sino aportando otros muchos en su contra, y especialmente algunos

referidos a los efectos naturales, cuyas causas tal vez no puedan explicarse de otra forma, y otros

astronómicos dependientes del conjunto de los recientes descubrimientos celestes, los cuales

claramente refutan el sistema ptolemaico y concuerdan y confirman admirablemente esta posición; y

tal vez desconcertados por la reconocida verdad de otras proposiciones afirmadas por mí, distintas de

las comúnmente sostenidas, y desconfiando ya de su defensa, mientras permaneciesen en el campo

filosófico, se han decidido a intentar proteger las falacias de sus discursos con la capa de una fingida

religión y con la autoridad de las Sagradas Escrituras, utilizadas por ellos con poca inteligencia, para la

refutación de razonamientos ni entendidos ni conocidos (GALILEO,

Carta a Cristina de Lorena, trad. M.

González, Madrid, Alianza, 1987, pp. 64-65).