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Filosofía de Primero

El Cristianismo

Texto de Guillermo de Ockham

Pero me parece que se ha de afirmar que de la potestad regular y ordinaria concedida y prometida a S. Pedro y a cada uno de sus sucesores por las palabras de Cristo ya citadas [“lo que atareis en la tierra, quedará atado en el cielo”] se han de exceptuar los derechos legítimos de emperadores, reyes y demás fieles e infieles que de ninguna manera se oponen a las buenas costumbres, al honor de Dios y a la observancia de la ley evangélica […] Tales derechos existieron antes de la institución explícita de la ley evangélica y pudieron usarse lícitamente. De forma que el papa no puede en modo alguno alterarlos o disminuirlos de manera regular y ordinaria, sin causa y sin culpa, apoyado en el poder que le fue concedido inmediatamente por Cristo. Y si en la práctica el Papa intenta algo contra ellos [los derechos de los emperadores y reyes], es inmediatamente nulo de derecho. Y si en tal caso dicta sentencia, sería nula por el mismo derecho divino como dada por un juez no propio (G. DE OCKHAM,

.Sobre el gobierno tiránico del Papa)

Texto de Tomás de Aquino

 

Para la salvación humana fue necesario que, además de las materias filosóficas, cuyo campo analiza

la razón humana, hubiera alguna ciencia cuyo criterio fuera lo divino. Y esto es así porque Dios, como

fin al que se dirige el hombre, excede la comprensión a la que puede llegar sólo la razón. Dice Isaías

64,4:

¡Dios! Nadie ha visto lo que tienes preparado para los que te aman. Sólo Tú. El fin tiene que ser

conocido por el hombre para que hacia Él pueda dirigir su pensar y su obrar. Por eso fue necesario

que el hombre, para su salvación, conociera por revelación divina lo que no podía alcanzar por su

exclusiva razón humana. Más aún. Lo que de Dios puede comprender la sola razón humana, también

precisa la revelación divina, ya que, con la sola razón humana, la verdad de Dios sería conocida por

pocos, después de muchos análisis y con resultados plagados de errores. Y, sin embargo, del exacto

conocimiento de la verdad de Dios depende la total salvación del hombre, pues en Dios está la

salvación. Así, pues, para que la salvación llegara a los hombres de forma más fácil y segura, fue

necesario que los hombres fueran instruidos acerca de lo divino, por revelación divina. Por todo ello

se deduce la necesidad de que, además de las materias filosóficas, resultado de la razón, hubiera una

doctrina sagrada, resultado de la revelación (TOMÁS DE AQUINO,

Suma de Teología, I, c. 1, art. 1,

trad. de José Martorell, Madrid, B.A.C., 2001, pp. 85 – 86; ta

Texto de San Agustín

 

"Donde no se dé la justicia que consiste en que el sumo Dios impere sobre la sociedad y que así en

los hombres de esta sociedad el alma impere sobre el cuerpo y la razón sobre los vicios, de acuerdo

con el mandato de Dios, de manera que todo el pueblo viva de la fe, igual que el creyente, que obra

por amor a Dios y al prójimo como a sí mismo; donde no hay esta justicia, no hay sociedad fundada

en derechos e intereses comunes y, por tanto, no hay pueblo, de acuerdo con la auténtica definición

de pueblo, por lo que tampoco habrá política, porque donde no hay pueblo, no puede haber política".

(AGUSTÍN DE HIPONA,

La ciudad de Dios, XIX, cap. 23).